Caminaba detrás de aquel tipo delgaducho y enclenque a
cierta distancia tratando de disimular, aunque su apariencia le hacía difícil
pasar desapercibido. Era alto como una montaña y corpulento como un jugador
profesional de fútbol americano. Llevaba el pelo completamente rapado y poseía
una mirada capaz de hacer retroceder a un oso grizzli. Aún así, el hombre de
mediana edad al que seguía caminaba despistado avanzando por la calle Alcalá sin
tener en cuenta todo lo que sucedía a su alrededor.