viernes, 22 de marzo de 2013

Cuando la memoria es lo único que nos queda II

Si me hicisteis caso ayer habréis pensado en esas fotos que tanto significan para vosotros. Esos pedazos de tiempo que no son solo vuestros y que os hacen viajar a momentos de vuestra vida o de otras. Si no sabéis de que hablo leer antes la entrada que escribí ayer.

No os pediré que cerréis los ojos, sino no podríais seguir leyendo, pero si os pido que por un instante imaginéis.
Imaginad todas esas fotos que tanto significan para vosotros, imaginad todas esas imágenes en un lugar, puede ser en una habitación, pongamos que en un archivador. Y que esos recuerdos, esas fotos tan importantes para vosotros también son importantes para muchas otras personas, ya sea por quién aparece en ellas o por el momento histórico en el que se hicieron.
Seguid imaginando, por favor, que habéis tenido la suerte de que vuestros recuerdos, vuestras imágenes y vuestro trabajo han estado unidos durante 27 años.
27 años de fotos, recuerdo e imágenes.

¿Tenéis esa perfecta imagen mental? ¿Está en vuestra cabeza?

Bien, ahora imaginad a una persona que entra en vuestro lugar de los recuerdos, una persona ajena que no puede hacerse la más mínima idea, ni pretende hacerlo, de lo que significa ese archivador para ti.
Esa persona lo carga, lo baja al sótano y lo quema. Haciendo desaparecer 27 años de tu vida en un instante.
Ahora mismo estaréis pensando que soy un cabrón ¿verdad?
Ayer tan bucólico, hablando de recuerdos, de imágenes. Hoy pidiendo que imaginéis...para luego daros este palo.
Solo quería que sintierais ese dolor.
Ahora sí que estáis pensando que no solo soy un cabrón sino que soy peor que Hannibal Lecter.

No lo soy, pero esta era la única forma de acercarse minimamente a lo que ha debido sentir Daniel Mordzinski.



Hace tres días escuché una noticia que no me podía creer. Una noticia sobre un autor que, aunque me avergüence, no conocía. Pero prefiero que leáis el texto que el mismo publicó en su web.


Queridas amigas y amigos,

Créanme si les digo que no me queda más remedio que molestarles con esta historia... porque la historia lo merece y porque ustedes, queridos amigos, son los únicos que la pueden sostener. Acaso con su firma de apoyo, pero eso ya lo verán mejor que yo.
La indignación y la pena me devoran y me digo que treinta y cinco años de retratar las letras no merecen que me rinda ahora; y menos ante un hecho como el que les quiero, necesito relatarles:
Durante más de diez años utilicé, en virtud de la alianza entre El País y Le Monde un despacho en el séptimo piso de la redacción parisina del vespertino, donde guardaba miles de negativos y diapositivas originales, que hace unos días desaparecieron, así, sin más. Miguel Mora, el corresponsal de El País en Francia, llegó el 7 de marzo último a este despacho y se encontró con que lo habían vaciado totalmente sin avisarnos y que todas nuestras cosas habían desaparecido. Nos pusimos a buscar y encontramos en un sótano el gran archivador --que yo mismo pinté de negro hace 10 años--. Nadie sabe ni quiere saber por qué decidieron "desaparecer" mi trabajo de toda la vida. Miles de fotos tomadas a lo largo de veintisiete años. Veintisiete años de esperas, nudos en la garganta, noches en vela, revelados angustiosos... Más allá de la injusticia y del absurdo, me encuentro con la gran paradoja de que Le Monde brinda sus mejores titulares --y estoy seguro de que con los más sinceros sentimientos-- para defender la libertad de expresión en Asia, el respeto por las tradiciones cuando hay una guerra o una catástrofe en exóticos lugares como Afganistán, Bosnia o Mali, pero miles de fotografías, centenares de dossiers con la leyenda « Cortázar », « Israel » « Escritores latinoamericanos », « Semana Negra de Gijón », « Carrefour de littératures », « Saint Malo », « Mercedes Sosa », « Astor Piazzola » etc, no les dicen nada y tiran todo a la basura sin consultar nada a nadie.
Necesito vuestra ayuda, aunque no haya nada que recuperar me gustaría que al menos quede constancia de que lo sucedido en Le Monde es más que una negligencia: es un profundo desprecio por un trabajo que forma parte de la memoria de nuestra cultura contemporánea, al menos en la medida en que sus protagonistas son los escritores que le dan naturaleza y dignidad a nuestra lengua y a nuestro mundo.
Solo se han salvado las cientos de fotos que alguna vez digitalicé para libros o exposiciones, el resto desapareció para siempre.
De veras que me da pena molestarles pero sé que comprenderán mi dolor y mi desazón.
Un abrazo grande.
Daniel Mordzinski
París, 18 de marzo, 2013



No lo podéis creer ¿verdad? Como creer que algo así puede ocurrir?

Yo puedo ser un desastre y si tengo todas las fotos en un disco duro y se funde... ¿pero esto? ¿En un periódico tan importante como Le Monde?

Pues tristemente así es.

Parece que menos de 200 fotos son las que estaban digitalizadas por haber participado en alguna exposición. El resto perdidas, perdón, destruidas.

Imágenes como estas que no volverán a verse nunca más por que "alguien" decidió mandar a "alguien" a desalojar un despacho, sin pensar en lo que había dentro, y destruirlo, sin pensar en lo que significaba.


Ana María Matute

Camilo José Cela

Cabrera Infante

Gabriel García Marquez

Elvira Lindo

Guillermo Arriaga

José Saramago

Joaquín Sabina

Mario Vargas LLosa
Almudena Grandes

Espero haber encontrado las palabras para llegar hasta vosotros y trasladaros lo que sentí al escuchar esta noticia. Pero no solo esto. Espero que sirva para que ninguno de nosotros pueda cometer un error así.
Pero sobretodo espero que a ninguno de nosotros se nos olvide el nombre de Daniel Mordzinski. Que cuando a partir de ahora veamos un retrato de un escritor miremos el pie de foto para saber quién es el autor de la misma, porque tal vez estamos ante una foto de Daniel Mordzinski.

Yo no os puedo decir más, lo que si puedo recomendaros es que escuchéis la entrevista que  hace dos días le hicieron en el programa de radio "Hora 25". Escuchad la entereza con la que habla de tan enorme perdida y el amor con el que le arropan todos los que estaban allí.





No hay comentarios:

Publicar un comentario