viernes, 26 de abril de 2013

Relatografías IV - Lo Inefable II




Siempre que pasaba por el parque me encontraba con ella. No importaba que fuera verano o invierno, con sol o con lluvia ella siempre estaba allí, perenne como los propios árboles allí plantados sin esperar nada. Cada vez que la veía sentada solitaria en aquel oscuro banco de madera, sentía la obligación de acercarme a saludarla.

viernes, 19 de abril de 2013

Relatografías III - Todo esto que ves






                           Todo esto que ves – dijo con voz de viejo emperador romano a su segundo- algún día será tuyo.

viernes, 12 de abril de 2013

Relatografías II - Lo Inefable I





Se despertó, abrió los ojos y allí seguía ella. No podía creerse que aún estuviera a su lado. Sonrió pensando en la suerte que tenía. Era una mágica sensación, algo que le invadía por dentro, que le corría por las venas y que hacía que cada segundo tuviese la sensación de que todo iba a salir bien. Era como saber que entre tantas dificultades, dentro de este mundo tan caótico y tan extraño, tenía una luz que le guiaba, una mano amiga que le acompañaba en el camino y que tiraba de él si por casualidad se paraba, se perdía o simplemente no sabía lo que hacer.

jueves, 11 de abril de 2013

Llegó el Holi, llegó la Primavera

En la India, por la llegada de la Primavera, se celebra el Holi. Una festividad en la que los asistentes se lanzan polvos de colores y cubos de agua. Esa sería una forma muy, muy resumida de contarlo y lo primero que nos salta a la vista.

Pero es mucho más.

Os dejo un par de enlaces, uno a la página de Holi Madrid y otro a ese oráculo, a veces un poco bizco, que es Wikipedia.

Ahora que ya estáis bien informados pasemos a las imágenes.
Llegó la primavera este año y vi imágenes del Holi en la India y otros lugares donde se ha comenzado a celebrar, tal vez más como una fiesta que como la celebración original. Me encontré con imágenes como las que nos muestran en In Focus.

AP Photo/A.M. Ahad, File

viernes, 5 de abril de 2013

Relatografías I - Frágil




- ¡No la abras!
- Vamos, ¿no tienes curiosidad? Es la única de las cajas que queda en el almacén y no la ha reclamado nadie     
   en tres meses. ¿De verdad no quieres saber lo que contiene?
- No tengo el más mínimo interés. Si está aquí será por algo.
- No me lo creo. Una caja tan grande seguro que contiene algo valioso. ¿Y si son obras de arte? ¿U 
  ordenadores de esos tan modernos? Sí, de esos que funcionan tocando la pantalla con las manos –dijo el  
  empleado del almacén haciendo aspavientos con sus callosas manos.
- ¿Crees que si así fuera esta caja iba a seguir aquí?
- Vale, a lo mejor no son cosas valiosas, pero puede ser algo útil.
- Déjala en paz. Ya vendrá alguien a reclamarla. Alguien en alguna parte estará tratando de averiguar en qué 
   punto de entre sus intermediarios se ha perdido.
- Yo la voy a abrir, Ernesto –dijo su compañero recogiendo del suelo una enorme palanca metálica.
- Tu mismo, yo desisto. Pero ten cuidado Pascual, en la caja pone frágil.

Colocó la palanca en una de las rendijas y poco a poco, con sus robustos brazos fue desclavando la tapa superior. El enorme esfuerzo unido a su sobrepeso hizo que enseguida se le fuera llenando la frente con gotitas de sudor, y a cada clavo que se salía de su horma lanzaba un bramido, como de animal salvaje, así hasta que consiguió quitarlos todos y levantar la tapa.
Una enorme polvareda se levantó al retirar la madera que cubría la caja. Después, lentamente, con la curiosidad con la que se acerca un niño a algo nuevo, Pascual se aproximó a la caja y se inclinó para contemplar su interior. Sus ojos se abrieron como platos y se retiró de aquel lugar entre arcadas.

- ¡No puedes ser! –gritaba con la voz de un lunático. ¡No es posible!
- Te dije que no la abrieras –dijo Ernesto con voz tranquila, como ajeno a lo que estaba sucediendo.
- ¿Cómo ha podido hacer nadie algo tan atroz?
- Cálmate, compañero. Cálmate.
- ¿Cómo quieres que me calme? ¿Sabes acaso lo que hay ahí dentro?

Ernesto sonrió con esa estúpida sonrisa de quién sabe algo más de lo que uno sabe, como quien entiende las dobleces y maneja los hilos que mueven el mundo. Sonrió como aquellos que no tienen miedo porque conocen todos los secretos que se ocultan bajo las verdades.

- Lo que has visto, es sencillamente un pequeño experimento contigo.
- ¿Qué quieres decir?
- Quiero decir que quién ha hecho semejante atrocidad he sido yo, y que lo he hecho para que tú lo vieras.     
   Porque eso, amigo mío, será lo último que veas.

De pronto los ojos de Ernesto lucieron con un brillo extraño y cruel que dejó paralizada a su víctima. Su cuerpo comenzó a transformarse en algo que no era de este mundo, algo maléfico y bizarro, algo tan horrible que Pascual deseó ser él aquello que estaba en el interior de la caja, y todo concluyó entre colmillos, garras y sangre disparada como fuentes de color rubí.

Fotografía: Pedro Valdezate
Texto: Juan Trenado


martes, 2 de abril de 2013

Paco Elvira




Tras un día de preocupación por su desaparición ayer desperté con la peor de las noticias. Paco Elvira había fallecido a causa de un accidente mientras realizaba unas fotografías en un acantilado del Garraf (Barcelona).

Tal vez por la reciente muerte de un familiar o por que era alguien a quien seguía y admiraba, aunque no conocía personalmente, pero me tocó.