Se despertó, abrió los ojos y allí seguía ella. No podía
creerse que aún estuviera a su lado. Sonrió pensando en la suerte que tenía.
Era una mágica sensación, algo que le invadía por dentro, que le corría por las
venas y que hacía que cada segundo tuviese la sensación de que todo iba a salir
bien. Era como saber que entre tantas dificultades, dentro de este mundo tan
caótico y tan extraño, tenía una luz que le guiaba, una mano amiga que le
acompañaba en el camino y que tiraba de él si por casualidad se paraba, se
perdía o simplemente no sabía lo que hacer.
El colchón crujió ligeramente cuando intentó acercarse a su
cuerpo. Se mantuvo cerca, sin tocarla procurando no interrumpir su sueño.
Contempló su rostro y lo admiró como si fuese una pintura de algún antiguo
maestro italiano, con esa belleza que no es efímera y que no necesita artificios,
sino que es eterna y embelesadora, que es única y que todo el mundo ansía.
Su respiración le robaba el aire, pero no le importaba; todo
lo demás salvo ella, carecía de importancia. Siempre quería decirle todas
aquellas cosas que pensaba. Sobre su belleza, sobre su corazón, sobre su alma,
sobre sus pequeñas manías que tanto le gustaban. Hablarle sobre su sonrisa, ese
tornado que te atrapa en su interior y te descoloca. Sobre esa mirada tan suya,
con unos ojos que hablaban más que sus propios labios. Sobre esa piel tan suave
que hasta la seda le tiene envidia. Siempre quería decirle todas aquellas
cosas, pero las palabras se acobardaban y morían en su boca, en un suspiro.
Ella abrió los ojos y al verle, sonrió. ¿Por qué me miras? –dijo en un suspiro.
Él se encogió de hombros. Solo quería darte un beso, pero me daba miedo despertarte.
Ella acercó sus labios y le dio un tímido beso en la boca. Siempre me miras como si quisieras decirme
algo, pero al final me parece que nunca te atreves.
Siempre se me pierden
las palabras cuando te miro. Me mareo. Mi corazón enloquece y mi respiración se
acelera. Siempre se me acaban las palabras y mi cerebro se vuelve tonto. Eso es
lo que me pasa.
Ella sonrió. Le besó de nuevo y le dijo: “No te preocupes. Sé exactamente lo que
dices porque a mí también me pasa.”
1º.- Texto: Juan Trenado
2º.- Fotografía: Pedro Valdezate
Chicos, me emocionais... Quiero más!!
ResponderEliminarFelicidades!!
Cada Viernes aquí nos tendrás.
ResponderEliminarMuy bonito....bella la modelo !!
ResponderEliminarPrecioso relato y fotografía cautivadora. Magnífico trabajo!! Yo también quiero más!!
ResponderEliminarTendréis muchos más si seguimos teniendo tanto apoyo.
ResponderEliminarMuchas gracias Natalia y Mayte.