viernes, 12 de abril de 2013

Relatografías II - Lo Inefable I





Se despertó, abrió los ojos y allí seguía ella. No podía creerse que aún estuviera a su lado. Sonrió pensando en la suerte que tenía. Era una mágica sensación, algo que le invadía por dentro, que le corría por las venas y que hacía que cada segundo tuviese la sensación de que todo iba a salir bien. Era como saber que entre tantas dificultades, dentro de este mundo tan caótico y tan extraño, tenía una luz que le guiaba, una mano amiga que le acompañaba en el camino y que tiraba de él si por casualidad se paraba, se perdía o simplemente no sabía lo que hacer.

El colchón crujió ligeramente cuando intentó acercarse a su cuerpo. Se mantuvo cerca, sin tocarla procurando no interrumpir su sueño. Contempló su rostro y lo admiró como si fuese una pintura de algún antiguo maestro italiano, con esa belleza que no es efímera y que no necesita artificios, sino que es eterna y embelesadora, que es única y que todo el mundo ansía.

Su respiración le robaba el aire, pero no le importaba; todo lo demás salvo ella, carecía de importancia. Siempre quería decirle todas aquellas cosas que pensaba. Sobre su belleza, sobre su corazón, sobre su alma, sobre sus pequeñas manías que tanto le gustaban. Hablarle sobre su sonrisa, ese tornado que te atrapa en su interior y te descoloca. Sobre esa mirada tan suya, con unos ojos que hablaban más que sus propios labios. Sobre esa piel tan suave que hasta la seda le tiene envidia. Siempre quería decirle todas aquellas cosas, pero las palabras se acobardaban y morían en su boca, en un suspiro.

Ella abrió los ojos y al verle, sonrió. ¿Por qué me miras? –dijo en un suspiro.

Él se encogió de hombros. Solo quería darte un beso, pero me daba miedo despertarte.

Ella acercó sus labios y le dio un tímido beso en la boca. Siempre me miras como si quisieras decirme algo, pero al final me parece que nunca te atreves.

Siempre se me pierden las palabras cuando te miro. Me mareo. Mi corazón enloquece y mi respiración se acelera. Siempre se me acaban las palabras y mi cerebro se vuelve tonto. Eso es lo que me pasa.

Ella sonrió. Le besó de nuevo y le dijo: “No te preocupes. Sé exactamente lo que dices porque a mí también me pasa.”


1º.- Texto: Juan Trenado
2º.- Fotografía: Pedro Valdezate

5 comentarios:

  1. Chicos, me emocionais... Quiero más!!

    Felicidades!!

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  2. Muy bonito....bella la modelo !!

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  3. Precioso relato y fotografía cautivadora. Magnífico trabajo!! Yo también quiero más!!

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  4. Tendréis muchos más si seguimos teniendo tanto apoyo.
    Muchas gracias Natalia y Mayte.

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